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Entrevista a Blanca Martínez del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios

Entrevista a Blanca Martínez del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios

México D.F., 1 septiembre 2015.– Entre los meses de mayo y diciembre de 2015 PBI México divulga una serie de entrevistas a personas defensoras de derechos humanos con las que mantenemos una relación de acompañamiento o de colaboración estrecha. Este mes presentamos la entrevista a Blanca Martínez, directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, de Saltillo, Coahuila. En febrero de 2014, PBI firmó un convenio de acompañamiento con el Centro para apoyar en su labor de defensa de los derechos humanos en el estado.

            Foto: Blanca Martínez, directora del CDDDH Fray Juan de Larios © Prometeo Lucero 

Ser defensora de derechos humanos

Mi nombre es Blanca Martínez, soy directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios que tiene su sede en Saltillo. Nací en Torreón, Coahuila, en este bello lugar cuna de dinosaurios, aquí hay esos fósiles. He trabajado en diferentes lugares de la república en procesos de organización y reivindicación de derechos colectivos. En el caminar de tantos años he aprendido a enfrentarme con las autoridades, a pararte y verlos de frente y no permitir que te intimiden.

Para mi ser una defensora de derechos humanos implica una opción de vida. Tiene que ver con un compromiso por la transformación de la situación de injusticia que vive nuestro país y el mundo entero. Es una apuesta política sobre el planteamiento ético de que los derechos humanos tendrían que ser el cimiento básico de estados realmente democráticos. El trabajo por los derechos humanos implica enfrentarte al sistema de opresión y de injusticia y caminar con gente que es violentada sistémicamente en sus derechos.

Los defensores y defensoras no vivimos más riesgos que la población con que trabajamos. Al estar trabajando con víctimas de la violencia una se pone en condiciones de vulnerabilidad, es un riesgo compartido con la gente que tiene que ver con el tipo de acompañamiento que haces.

El CDDH Fray Juan de Larios y Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC)

El Centro Fray Juan de Larios nace en el 2001 a iniciativa del obispo Raúl Vera López como una plataforma para formar y ayudar a la construcción de conciencia y asesorar a los y las ciudadanas sobre sus derechos. Don Raúl se ha distinguido por su compromiso con los pueblos marginados de México y del mundo.

Trabajamos contra los secuestros y violaciones de derechos que sufre la población migrante, en coordinación con la Casa del Migrante de Saltillo. También apoyamos a nuestros colegas de la Casa del Migrante y del Centro de Derechos Humanos Gerardi, quienes han sido objeto de continuas agresiones, aquí en Coahuila. Además, trabajamos formando a promotores y defensores populares de construcción de paz porque queremos construir una cultura de derechos humanos, para poder vivir libres de violencia. Pero nuestro trabajo se centra en acompañar a víctimas de violencia, especialmente de desapariciones forzadas e involuntarias. Empezamos a documentar esta problemática en el 2009. Los familiares de desaparecidos empezaron a organizarse como grupo, en diciembre de 2009. Desde entonces les acompañamos. Una cosa muy importante en FUUNDEC es que han dicho “nosotros vamos a buscar a todos los desaparecidos, estén en nuestra organización o no”. Nuestra propuesta tiene que ser para todos, no nada más para “mis” desaparecidos.

Como centro de derechos humanos tenemos más de 300 casos registrados y no todos están organizados en FUUNDEC. Hay gente que no quiere organizarse, que tiene mucho miedo, no quiere presentar denuncia, nada más quiere que nosotros sepamos. Tenemos casos de policías federales y también de un policía estatal que fueron desaparecidos.

            Foto: Blanca Martínez, durante reunión del Grupo Autónomo de Trabajo, en Coahuila © PBI México

Solicitud de apoyo internacional

Creemos que hay un riesgo grande de que cada vez sea más difícil que se reconozca la responsabilidad estatal en materia de violaciones de derechos humanos.

Por eso es importante tener una comunidad internacional atenta, preguntado, presionando al estado para que no nos cierre los procesos y los espacios de diálogo. Las cartas que se mandan a las señoras, a los familiares, les animan en su lucha para seguir caminando. Eso nos da posibilidades de encontrar, entre otros temas, a las personas desaparecidas.

Trabajando sobre la desaparición forzada

La desaparición forzada históricamente ha sido utilizada por quienes detienendo el poder, como un recurso de control social, igual que las ejecuciones. Tienes que tener atemorizada y controlada a la población para poder imponer tus intereses. Este es el caso de desapariciones masivas como las que estamos viviendo en México, donde se reconocen unos 27.000 casos.

En México hay un deterioro de las instituciones, una la crisis de estado innegable que genera condiciones de ingobernabilidad. Surgen vacíos de poder y hay nuevos actores que usan la fuerza, formal o informal, para ocupar los espacios de poder político. En este vacío de poder, la delincuencia organizada entra a disputar el control del territorio, de la población, de los medios de producción y de la generación de capital.

Yo ya había tenido contacto con familiares de desaparecidos en los años 70, 80, durante la guerra sucia. No han cesado las desapariciones en México desde aquel tiempo. En Chiapas trabajaba con familiares de personas desaparecidas, ejecutadas, desplazadas, en el contexto del conflicto armado.

En Saltillo encuentro un nuevo fenómeno de desaparición con una naturaleza más compleja, la delincuencia organizada. Estas desapariciones tienen responsabilidad estatal, como mínimo por omisión, por permisividad, porque el estado incumple su responsabilidad de garantizar los derechos. Me duele cuando oigo su testimonios, hay momentos que me siento saturada, muy triste, impotente, porque es muy grave, muy compleja la problemática y rebasa nuestra capacidad, pero aquí mi experiencia, mi energía, se ha vuelto en un recurso para estas familias.

Este trabajo contra la desaparición forzada tiene su riesgo en proporción al riesgo que tienen las familias, no más ni menos. Sabemos que en el momento cuando los empecemos a encontrar, van a cambiar las condiciones de riesgo para las familias y para nosotros, porque de la manera en que los encontremos, la historia habla.

            Foto: Blanca Martínez, en entrevista con PBI © Prometeo Lucero 

Que piden los familiares

Nosotros y las familias tenemos y diferenciamos dos demandas, la búsqueda y la investigación.

Hasta ahora, la forma de investigar de las autoridades no nos está llevando al encuentro de los desaparecidos porque los procesos de investigación están orientados a buscar a los responsables del delito. En algunos casos hay personas detenidas, pero no declaran. Es obvio. Si te detienen acusada de un delito y estás involucrada y te pueden procesar, no te vas a echar encima más cargos.

Pero nosotros decimos que la justicia no se puede entender sin la búsqueda, el rescate y la localización. La búsqueda debe llevarnos a saber donde están, quien se los llevó, porque se los llevaron, cómo se los llevaron, que hicieron con ellos, que siguen haciendo con ellos, que podemos hacer para rescatarlos. Y la investigación implica castigar a los responsables.

Las familias de víctimas de desaparición necesitan saber la verdad, saben que se van a castigar estos delitos y que no se va a volver a repetir.

Avances y retos en el trabajo con las autoridades mexicanas

Con las autoridades hemos ido avanzando, vamos coincidiendo en cosas básicas. Un impacto de nuestro trabajo es, por ejemplo que, tanto a nivel federal como estatal, digan estamos de acuerdo con ustedes en que se tiene que elaborar un mecanismo de búsqueda.

Claro que para las familias esto no es un avance. A las familias se les puede hablar de avances o resultados cuando haya indicios o se encuentra a su ser querido, mientras tanto nada es avance. Es parte de nuestra tarea construir junto con las familias una agenda de carácter político y humanitario y estamos exigiendo su cumplimiento.

Enfrentamos muchos retos. El estado no acepta su nivel de responsabilidad diciendo que estos crímenes los cometieron entidades no estatales. La mayoría de las autoridades parten del presupuesto de que las personas que están desaparecidas o se fueron voluntariamente, o tenían alguna responsabilidad en una acción ilegal y son ajustes de cuentas. Por lo tanto la sociedad civil es responsable de la crisis de seguridad. Estas actitudes reflejan la crisis de estado. Para las autoridades también es difícil aceptar nuestra hipótesis de que es probable que se lleven a las personas desaparecidas, en algunos casos, para el trabajo forzado. Esta línea de investigación no la han querido seguir. Nos dicen, tienes que demostrarme que hay acciones del crimen organizado para obligar a trabajos forzados, como si la responsabilidad de investigar fuera nuestra.

            Foto: Don Raúl Vera e integrantes de FUUNDEC durante marcha del día de la madre en la Ciudad de México © PBI México

El factor humano, fortalezas y problemáticas

Un elemento muy valioso es la energía de todas estas mujeres, la mayoría de los que buscan a sus familiares son mujeres. Es una fuerza que nos permite respirar y agarrar ánimos para buscar posibilidades de esperanza. La mayoría son mamás y esposas, luego hermanas y hermanos y papás. Y ahorita los niños, los hijos, quienes están entrando en la búsqueda, tomando su espacio para entender que pasó.

Los familiares van fortaleciéndose en esta búsqueda. En la medida que se van incorporando al grupo, van encontrándose con su colectivo y van animándose a hablar. En su persona, empiezas a ver signos del proceso de fortalecimiento para la lucha. Al mismo tiempo todos tienen problemas de salud y depresión y estos problemas van a más. Son una reacción del cuerpo ante un trauma, pero van pasando los años y este trauma no se resuelve. Aquí la solución es saber donde están. Al no llegar a eso, van desarrollando nuevas enfermedades, por ejemplo conatos de infartos, tumores.

También tienen miedo, pero más que miedo tienen mucha rabia, dolor, mucha indignación y eso permite que el miedo lo vayan equilibrando. Socialmente, los familiares están estigmatizados, siempre queda la duda de por qué se llevaron a los desaparecidos y entonces se tiende a aislarles. A la mayoría, sus familiares y vecinos les van haciendo un vacío por temor o por suspicacias. Para cambiar esta situación hacemos uso de la movilización y de la visibilización de esta problemática. Esto nos ha permitido poco a poco entrar en contacto con algunos sectores de la sociedad y colocar nuestra interpretación sobre el problema de la desaparición.

No desapareces porque seas alguien malo, sino porque en una crisis tal del estado como la que vivimos, cualquier persona puede ser objeto de una desaparición. Y ahí vamos poco a poquito ganando un poco de conciencia y de solidaridad.

 

* La entrevista fue elaborada por Susana Nistal y la traducción por Annie Hintz