“Siempre que se acerca un memorial de Pasta de Conchos, me buscan para hablar conmigo y les vuelva a contar por qué recojo basura… Ni que fuera por diversión. Mi hijo vivía conmigo y era él quien me sostenía […] Por culpa de las disque autoridades, trabajo en el basurero desde que murió mi hijo. Salgo a las seis de la mañana después de tomar un café con galletas. Me llevo una lata de atún, tortillas o lo que pueda para comer en el basurero […] Regreso a media tarde […] meriendo otro café con galletas y me duermo. Así todos los días, no tengo día de descanso porque si descanso, no como”.
- Testimonio de una madre que perdió a su hijo en el Pozo La Espuelita.
En el mes de febrero la organización Familia Pasta de Conchos llevará a cabo el XIII Aniversario de la tragedia de la explosión de la mina Pasta de Conchos en donde murieron 65 mineros. Para las familias, este episodio supuso una ruptura en sus dinámicas familiares y comunitarias, así como un vacío irremplazable a día de hoy.
En honor a la memoria de quienes murieron, el próximo 19 de febrero las familias y la organización Familia Pasta de Conchos se trasladarán a la Ciudad de México para asistir a una misa de recuerdo enfrente del anti-monumento Pasta de Conchos.
Después de 13 años de lucha y esperanza, y tras el esfuerzo de las personas defensoras de derechos humanos, el caso consiguió ser admitido ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el pasado mes de marzo del 2018, siendo unos de los únicos casos mineros admitidos ante la CIDH. Mediante este informe de admisión, se reconoce la responsabilidad del Estado Mexicano en el incumplimiento de sus obligaciones de garantizar los derechos fundamentales de estos 65 mineros, como el derecho a la vida; dado que no obligó a la empresa extractiva Grupo México a respetar las normas de seguridad, lo que resultó en un evento mortal para estos trabajadores y en un punto de no retorno para sus familias.
A la particularidad de este caso, se le añade el hecho de que opone a este grupo de familiares contra una de las mayores empresas extractivas del país, llegando a ser un caso de gran magnitud, respaldado por más de 1.000 peticionarios y con seguimiento internacional.
Convertido en un símbolo, este caso muestra el camino para futuros casos relacionados con la temática de las condiciones de trabajo, porque documenta cómo los derechos laborales forman parte indisociable de los derechos humanos, asunto que apenas es reportado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Paradójicamente, el caso Pasta de Conchos no ha sido liderado por ningún sindicato sino que ha llegado ante la CIDH únicamente por el desempeño de las personas defensoras y las familias, tocando intereses estratégicos de grandes actores económicos y políticos.
Por último, recordamos el deber de proteger que tiene el Estado Mexicano para que defensoras como Cristina Auerbach y otras a lo largo de todo el país, puedan ejercer su trabajo en un espacio libre de violencia y miedo.